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Seminario: Los Ciudadanos y la Agenda para el Desarrollo de México

 

Sesión Inaugural:
La Agenda para el Desarrollo de México

Palabras de Angel Gurría,
Secretario General
OCDE

6 de noviembre de 2012
México DF, México

Señor Secretario de Hacienda y Crédito Público, Señor Coordinador General para la Transición Gubernamental, Señor Rector de la Universidad Iberoamericana, Señoras y Señores:

Me da mucho gusto estar con ustedes para abrir este Seminario organizado por el Colegio de Ciencias Políticas y Administración Pública de la Universidad Iberoamericana, en torno al tema de “Los Ciudadanos y la Agenda para el Desarrollo de México”.

El tema de esta mesa de apertura, “La Agenda para el Desarrollo de México”, es una cuestión de suma importancia para nuestro país. A México le urge llegar a un acuerdo sobre cuál es la agenda ideal para impulsar su desarrollo y los ciudadanos tienen mucho que aportar. Nuestro país requiere de un Pacto de Estado para el Desarrollo impulsado por la administración entrante y apoyado por legisladores y gobernadores de distintas corrientes políticas, por el sector privado, los sindicatos, las asociaciones civiles, los académicos, las ONGs y las organizaciones internacionales.

A México le urge ponerse de acuerdo consigo mismo sobre cuáles son los temas neurálgicos para el desarrollo del país y pactar una agenda de decisiones de Estado en cada uno de esos temas. Necesitamos programas transexenales, enfocados en el México en el que deseamos que nuestros hijos vivan en 30, 40 o 50 años.

En la OCDE tenemos claro que las condiciones están dadas para que México acelere significativamente su convergencia hacia la media de los países más avanzados. México hoy cuenta con una combinación extraordinaria de fortalezas y ventajas que, de ser bien aprovechada, podría detonar un “salto cuántico” en el proceso de desarrollo del país.

Hoy tenemos una democracia eficiente, participativa y cada vez más confiable. Una situación macroeconómica estable, con finanzas públicas sanas. Una política monetaria independiente con inflación controlada. Un tipo de cambio flotante y estable. Un sector bancario bien capitalizado y regulado. Un ambiente para los negocios cada vez más moderno. Una red de acuerdos de libre comercio y de complementación económica con 44 países. Y una fuerza de trabajo impresionante.

Además de contar con estas fortalezas económicas, México hoy se ve beneficiado por una combinación de factores coyunturales favorables que fortalecen sus ventajas comparativas:

•    Primero, un bono demográfico importante. Si bien este es una ventana de oportunidad que se está cerrando con el tiempo, todavía tenemos más de la mitad de los 112  millones de mexicanos por debajo de los 29 años,  México es uno de los países que más jóvenes va a incorporar al sector productivo en los próximos años.

•    Segundo, una ola creciente de empresas de los países más avanzados que buscan reposicionar sus activos y trasladar sus plataformas de producción a las economías emergentes y de ingresos medios, ante la perspectiva de un crecimiento mediocre por varios años en los países desarrollados.

•    Y Tercero, un encarecimiento creciente de los costos de producción y transporte en China, junto a una desaceleración importante de la actividad económica en Brasil, países con los que competimos directamente por inversiones productivas.

Para lograr aprovechar esta combinación de fortalezas y ventajas, México tiene que desatar los nudos que lo tienen atorado. Y es que hemos estado posponiendo decisiones fundamentales para nuestro desarrollo. A pesar de los avances, el país sigue enfrentando una serie de desafíos estructurales que no le permiten avanzar a la “velocidad de crucero” necesaria para desarrollarse a plenitud. Y esto tiene un costo altísimo: me refiero a 50 millones de pobres, desigualdades flagrantes, crimen organizado y narcotráfico. Cuatro tumores sociales que tardaremos décadas en curar.

Para salir adelante y lograr un desarrollo sostenible de largo plazo, Mexico tiene que aumentar su productividad, su competitividad y su confiabilidad. El gobierno tiene que pactar e implementar una serie de cambios estructurales en áreas estratégicas para el desarrollo del país. Permítanme proponer siete de estos cambios:
 
1.    Una reforma fiscal ambiciosa, profunda y eficaz, que termine con los privilegios, disminuya la complejidad de pasar al sector formal, reduzca la dependencia de PEMEX, y transforme al sistema fiscal en un reductor eficiente de desigualdades sociales;

2.    Una reforma educacional de gran calado, fincada en la desactivación política del sindicato de maestros y el mejoramiento sistemático de la planta docente y la gestión escolar;

3.    Una reforma del estado de derecho, que permita ejercer justicia de manera eficiente, equitativa y transparente y combatir la corrupción con eficacia. Este es un campo particularmente importante, pues es el sistema articulador de la economía mexicana y se encuentra en muchas partes atrofiado (piensen en  evasión de impuestos, amparos, juicios laborales interminables, mordidas, lavado de dinero, etc.;

4.    Una reforma energética amplia, que permita modernizar a PEMEX, transformar los subsidios a los combustibles fósiles en programas de ayuda social, crear un plan energético de largo plazo y promover el desarrollo intensivo de energías renovables;

5.    Una reforma del sistema de salud, que permita proveer servicios de calidad, sostenibles e incluyentes;

6.    La aplicación de un conjunto de reglamentos e incentivos que promueven la competencia, incluyendo decisiones contundentes para desactivar los monopolios en los sectores de servicios de redes;

7.    Y la construcción de un sistema nacional de innovación que estimule el crecimiento y la inclusión social por la vía del conocimiento, y que favorezca el desarrollo de instituciones de educación superior e investigación de vanguardia (actualmente no hay ni siquiera una universidad Mexicana entre el top-100 del reconocido ranking del periódico inglés The Times).

Desde luego que hay otros temas claves en la agenda de transformación del país, pero si llegamos a un acuerdo nacional para implementar cambios de fondo en estos siete rubros, el país podría asegurar para los próximos 20-30 años un crecimiento anual más fuerte, más limpio, más incluyente y de largo plazo; lo cual podría resultar en una reducción considerable de las desigualdades y un alza significativa de la calidad de vida de los mexicanos.

Esto siempre y cuando resolvamos dos cuestiones claves: La primera es “cómo” lograr esos acuerdos. Ahí está el gran conundrum del desarrollo mexicano. México está sobre diagnosticado. El verdadero desafío está en cómo construir los consensos necesarios para tomar las decisiones de cambio sin que los poderes fácticos secuestren el proceso. Es una cuestión de la economía política de la reforma.

Quisiera por lo tanto concluir enumerando algunos consejos claves para la promoción e implementación de las reformas, fundados en la experiencia de varios de los países del a OCDE.

Para impulsar las reformas resulta fundamental:

1.    Contar con un mandato claro para el cambio.
2.    Demostrar la necesidad de cambio y la conveniencia de las soluciones propuestas ante la sociedad civil y los principales actores involucrados, a través de una campaña de comunicación de gran alcance.
3.    Contar con evidencia fundada en análisis técnico contundente, imparcial y riguroso, para fortalecer los argumentos a favor de la reforma;
4.    Asegurarse de que existan instituciones en posición de administrar la reforma efectivamente, desde su diseño hasta su implementación;
5.    Procurar que la reforma propuesta sea una iniciativa de diversos actores, claramente definidos y responsables de la promoción e implementación de la misma;
6.    Establecer con claridad y precisión los tiempos de diseño, aprobación e implementación de la reforma.
7.    Contar con una estrategia sofisticada para involucrar y/o compensar a aquellos actores que van a ser afectados por la reforma.

Y la segunda cuestión clave para lograr los cambios de fondo que necesita el país está en la capacidad de implementación de las políticas. México tiene una capacidad institucional y administrativa muy fuerte para la buena implementación, pero todavía hay mucho que mejorar en la administración pública mexicana. Y este es un campo en donde la OCDE está trabajando a marcha forzada con los gobiernos de México en sus distintos niveles.

Secretario Meade, Doctor Videgaray (TBC), Señor Rector Morales, Señoras y Señores:

Los avances a medias debilitan la capacidad de desarrollo de nuestro país. Ninguna política, por más avanzada y depurada que sea, dará los frutos esperados si se sigue implementando a medias porque en cada sector hay un poder fáctico que se opone al cambio, porque los partidos políticos ponen el interés electoral antes que el bienestar nacional o porque nuestros gobiernos no tienen las capacidades necesarias.

México ha venido avanzando en las últimas décadas, pero lo ha hecho con lentitud, porque nosotros mismos bloqueamos nuestros avances. Esto tiene que cambiar. Es hora de poner al país en la cúspide de nuestros intereses. Es hora de apoyar al gobierno a través de la crítica constructiva. México necesita una agenda de desarrollo construida desde abajo. Estoy seguro que lo podemos lograr, con liderazgo firme e incluyente, con políticos y empresarios responsables, con ciudadanos participativos.

Para la OCDE es un privilegio apoyar este esfuerzo, a través de nuestra intensa colaboración, de nuestra nueva Alianza Estratégica que formalizaremos en enero con el Presidente Peña Nieto, y a través de este tipo de eventos, con la ayuda valiosa de las instituciones de educación superior y las organizaciones ciudadanas.

El reto es muy grande, pero las condiciones y los vientos hoy están a nuestro favor. Aprovechemos juntos esta gran oportunidad.

Muchas gracias.

 

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