Share

La preocupación por la desigualdad va en aumento, pero hay divergencia en torno a cómo resolverla, dice la OCDE

 

18/11/2021 - Para que la recuperación de la crisis de COVID-19 sea sólida y sostenible pero también justa, será fundamental combatir la desigualdad y promover oportunidades igualitarias. Sin embargo, según un nuevo informe de la OCDE, si bien el consenso respecto a que las condiciones de desigualdad son problemáticas crece, se discrepa cada vez más con referencia a su alcance y a la manera de resolverlas.

En el informe ¿Es importante la desigualdad?(Does Inequality Matter?) se dice que a la mayoría de las personas les inquieta la desigualdad. Cuatro de cada cinco habitantes de los países de la OCDE piensan que la desigualdad en los ingresos en su país es demasiado alta. Les preocupa la desigualdad de los resultados y también de las oportunidades, pues perciben que hay una gran inequidad en los ingresos y las ganancias, así como una escasa movilidad social. Más aún, la inquietud en torno a la desigualdad en los ingresos y las ganancias aumentó en las últimas tres décadas, a la par que aumentó la desigualdad real de los ingresos.

La percepción de las personas no está desconectada de la realidad. En consonancia con las tendencias observadas sobre la desigualdad en los ingresos, a finales de la década de 1980 y principios de los 1990 se consideraba, en promedio, que quienes tenían los ingresos más altos ganaban cinco veces más que aquellos con los ingresos más bajos, en tanto que hoy la relación de los ingresos más altos con los más bajos aumentó a 8 veces, después de haber llegado a un pico de 10 durante la Gran Recesión. La tolerancia hacia la desigualdad también se elevó, aunque en menor grado. En nuestros días las personas creen, en promedio, que los que más ganan deberían recibir una cantidad cuatro veces mayor que los que menos ganan, lo que representa una cifra tres veces más alta que la de finales de 1980.

Más de seis de cada 10 ciudadanos de países de la OCDE creen que su gobierno debería emprender más acciones, en términos de tributación y transferencias, para reducir las diferencias de salario entre los ricos y los pobres. Cuantas más personas se preocupen por la desigualdad y perciban una escasa movilidad social, más exigirán que se haga una redistribución.

No obstante, las creencias acerca de la eficacia de las políticas y los factores determinantes de la desigualdad importan. Las personas tendrán menos probabilidades de reclamar una mayor redistribución si piensan que los beneficios no se focalizan correctamente y tendrán menos elementos para defender una tributación progresiva si piensan que la corrupción se ha generalizado entre los funcionarios públicos, lo cual propicia el mal uso y la mala distribución de los beneficios públicos.

La exigencia de una tributación más progresiva también es menor cuando la gente cree que la desigualdad se justifica por las diferencias en el trabajo y esfuerzos personales más que por circunstancias ajenas al control del empleado o funcionario. Por ejemplo, en 2018, en Polonia el 25% de los habitantes creían que la pobreza se debe a la falta de esfuerzo más que a la injusticia o la mala suerte, en tanto que el 54% exige que se ponga en marcha una tributación progresiva; por su parte, en Alemania las cifras son de 4% y 77%, respectivamente.

Ahora bien, pese a que la mayoría de las personas se preocupan por la desigualdad, tienen opiniones sumamente distintas acerca de la magnitud de esta y de qué es lo que debe hacerse al respecto. Dentro del país promedio de la OCDE, una cuarta parte de los habitantes piensan que más del 70% del ingreso nacional corresponde al 10% más rico de los hogares, a diferencia de otra cuarta parte de ellos creen que la cantidad que corresponde a dichos hogares más ricos es menor del 30%.

Por otra parte, la gran heterogeneidad de opiniones sobre la desigualdad se incrementó en las últimas tres décadas, incluso entre las personas con características socioeconómica semejantes. Se ha demostrado que prevalece una creciente polarización: en la mayoría de los países de la OCDE la brecha entre quienes creen que la desigualdad es alta y quienes piensan lo contrario es cada vez mayor. En los países más desiguales la opinión pública está más dividida: en Chile y Estados Unidos —dos de los países más desiguales de la OCDE— las percepciones sobre el porcentaje que corresponde al 10% más rico son las que más divergen.

Para obtener mayor información, se invita a los periodistas a comunicarse con Michael Förster (tel. + 33 1 45 24 92 80) o Emanuele Ciani (tel. + 33 1 45 24 17 77) del Centro de Bienestar, Inclusión, Sostenibilidad e Igualdad de oportunidades de la OCDE. El informe, así como las notas país de Alemania, Australia, Canadá, Chile, Corea, Dinamarca, Estados Unidos, Finlandia, Francia, Italia, Japón, México y el Reino Unido pueden descargarse en http://oe.cd/does-inequality-matter 

 

En colaboración con más de 100 países, la OCDE es un foro político global que promueve políticas para preservar la libertad individual y mejorar el bienestar económico y social de los habitantes de todo el mundo.

 

Related Documents